Wednesday, January 21, 2009

Alma de peña


“De la piel al alma” abrió sus puertas el 3 de enero.Ofrece disciplinas artísticas que van del teatro a los títeres, y tienen su momento cumbre con la música en todas sus vertientes.
Daniel Santos
De nuestra Redacción
dsantos@lavozdelinterior.com.ar

Parece raro que esta Capital Nacional del Folklore, por la que hace casi medio siglo deambulan todas las estrellas del folklore argentino, no haya alumbrado a muchas figuras propias para aportar a la música nativa.

Por suerte existe y persiste Paola Bernal, quien casi sin proponérselo cumple con la herencia de toda una ciudad que la vio nacer y crecer, y que durante mucho tiempo la miró de reojo –con sus raros peinados nuevos y un modo para nada tradicionalista de encarar el folklore– pero que ahora la recibe con sus brazos abiertos.

Este verano, Paola se decidió a poner una peña propia junto a dos socias, y las tres hicieron del sueño una realidad. Una peña distinta, que no respeta el cuadro tradicional del vino en jarra y las empanadas jugosas. "De la piel al alma" propone, antes que otra cosa, un espacio artístico, un concepto integral en el que entra el guitarrero pero también el artista plástico, la obra de teatro, el espectáculo de títeres, la música de proyección y hasta los DJs.

El lugar, de entrada, ofrece una fisonomía que no remite al tablón con mantel de papel: es un tradicional boliche de Cosquín, ahora reacondicionado. Un boliche al que Paola Bernal iba a sus 14 ó 15 años, después de probarse en las peñas. "Yo venía acá después de ir a cantar; porque acá estaban todos mis amigos", dice ella, orgullosa de volver a su lugar y de ser parte de una idea a la que le pone "el pecho, el alma y el corazón". Y la piel, también.

En noviembre hicieron una convocatoria abierta a los artistas que quisieran ser parte. Tras la selección, que incluyó todas las disciplinas, se decidió el programa que empezó el 3 de enero y que seguirá hasta el domingo 1º. Si no hubiera otra con peña ese nombre, la podrían llamar "La tempranera".

"Mucha gente ya estuvo y estará, movida por los afectos; hay artistas que trabajan en función de movimientos y con los que tenemos afinidad y lazos fuertes. En este momento difícil del país es cuando cada artista tiene que hacer su parte, llevarlo a cabo, confiar. Y si nos toca perder –espero que no–, tendremos que encontrar otra manera. Yo puedo pasar 15 mil crisis, estoy recontra entrenada para eso. Aprendí a no necesitar, porque me alimento de otras cosas. Creo que es momento de que los artistas podamos aportar el conocimiento, reinventarnos, y no sentir pánico", dice, con un pensamiento ajeno al del rol de empresaria del que no reniega, aunque no la represente. "De algún modo, soy mi propia empresa", agrega, pero destaca que lo artístico está por encima de todo.

Por eso es que estos días tienen que decir que "no" a muchos artistas que les han golpeado la puerta para actuar. Ellas tienen una grilla cerrada que pretenden respetar de acuerdo a una idea: "Eso nos llevó a programar con anticipación, y lo fuimos armando sobre un criterio que tiene que ver con la diversidad. No sé cuando alguien entre y vea Pequeño Bambi (atractivo proyecto artístico cordobés difícil de encasillar), no sé cómo lo va a tomar, pero creemos en lo que ellas hacen. Antes que lo folklórico a pleno, quisimos mostrar eso también", destaca Paola.

Hasta ahora, los números de esta "locura" –en la que la acompañan la artista plástica Mariana Alasino (cada noche pinta, en vivo, distintos rincones del lugar, y le da una identidad propia) y Natalia Sendra– están en rojo. Pero confían en que falta lo mejor. "La plata que fue entrando la repartimos con los que vinieron a actuar. Tratamos de revalorizar esas cosas", asegura Paola, quien se dará por satisfecha si pueden cubrir los gastos. "Está todo bien con la onda, pero no se puede laburar gratis. En mi caso, si yo salgo a cantar, a no ser que sea para un fin benéfico, tengo que pagar. Antes podía, pero ahora tengo una responsabilidad, mi hijo, y este no es mi hobby".

Para Paola, muchas veces siente que hay músicos que en sus comienzos "desmerecen mucho el hecho de tocar, de estudiar, de no creer en lo que hacen, pero después quieren todos un espacio. A lo mejor durante el año no hacen nada, no aportan, no suman. Si yo no hubiera pagado mi derecho de piso, no sabría cómo hacer esto. Hay que tener paciencia".

Ella tiene 35 años y canta desde los 11, pero dice que nunca "la pegó": "No tuve una explosión, pero me mantuve. Nunca pude comprarme nada... bueno, un bombo (ríe). Pero todas las cosas que he vivido no tienen precio pero sí mucho valor".

En su vuelta a Cosquín, donde llegó para quedarse, dice que fue recibida con los brazos abiertos. Aunque el folklore que se respira en la ciudad es más tradicionalista, reconoce que hay "una juventud hermosa" en la que quiere poner su semilla, para brindar sus talleres. A su lado está Belén, su sobrina de 19 que baila cada noche en la peña. Una peña diferente, que tanto bien le hace a Cosquín.

Paola actuará en el escenario mayor del festival el 29, pero cada día se la puede ver en su nueva casa, lugar desde el que quiere devolverle a la ciudad algo de todo lo que le dio.



La Voz del Interior

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